Tipo de contenido citado: Crítica
Destinatarios del contenido: Sin restricción
Tipo de fuente: Sitio web
Título de la fuente: La eterna cadencia de Augusto Higa Oshiro
Nota de citación: Lo primero que descubro al iniciar la lectura de Gaijin (Animal de Invierno, 2014), es el paciente trabajo del lenguaje que Higa Oshiro nos muestra. En las últimas tres o cuatro décadas, un mandato celestial ha gobernado a los escritores: la economía verbal. Se debe buscar el adjetivo preciso y precioso para, con la sutileza de una arte marcial, concentrar todo el poder de la oración en lo mínimo posible.Pero esto puede llegar a extremos tan radicales como desaparecer al propio escritor de su libro y que sus historias sean meras narraciones informativas, con algunos coqueteos estructurales, cuya apariencia resulta similar a la de una insólita noticia de revista más que un trabajo de creación. No es el caso de Gaijin, la última novela publicada por el nikkei Augusto Higa Oshiro. En esta, podemos observar oraciones extensas, abundancia de enumeraciones, la persistencia de calificativos durante toda la historia que se resuelve en menos de 70 páginas. Y es ese es uno de los principales aspectos que quiero destacar.
Muchos escritores han entendido el minimalismo solo en un aspecto formal, Higa Oshiro lo trabaja en la trama. Su personaje principal, Sentei Nakandakari, sufre el rechazo de los migrantes japoneses como de los propios peruanos (es un gaijin en ambos mundos), ¿por qué? Jamás será explicado. Y si bien la causa del repudio de la comunidad es una intriga vigorosa en la novela, no importa para los sucesos de la historia. Descubrimos, hacia la mitad de la novela, que la narradora fue testigo de los eventos cuando era una pequeña niña, con las implicancias que el recuerdo implica. No sabremos más de ella. Las enumeraciones de las que hablaba líneas arriba nos son redundantes, aunque sí accesorias, pues describen el mercado central de Lima, cosa que se podía considerar innecesaria; pero allí encontramos el poder del escritor, pues cada una de estas implica una imagen que acompaña el silencioso andar del protagonista. Así nos llenamos de sonidos, colores, aromas descritos con el vaivén de Higa Oshiro, con los adjetivos de Higa Oshiro, con el ritmo deslumbrante que este autor nos mostró en sus primeras historias y que lo convirtieron en un clásico.Los personajes que acompañan al protagonista entran y salen de escena solo para aportar lo imprescindible, pero eso no significa que sean pocos. Del mismo modo el escritor siembra con efectividad los elementos que construyen, por una parte, el amoral perfil psicológico del Nakandakari y, por otro, los sucesos que lo conducirán a la debacle.Así, Gaijin resulta una lectura estimulante, una mezcla de las técnicas que guían la escritura contemporánea, pero que no ha abandonado ese maravilloso y elaborado lenguaje que apasionó a los lectores a mediados del siglo XX.
GAIJIN de Augusto Higa Oshiro / Ed. Animal de Invierno (2014)